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Principio de incertidumbre de... ¿Heisenberg?

domingo, 20 de enero de 2008

Para el que aún no conozca el principio de Heisenberg este viene a decir que a nivel atómico no se puede medir algo sin alterar el resultado de dicha medición. El famoso ejemplo del gato en la caja que no se sabe si esta vivo o muerto...

Alguno pensará que este principio es irrelevante y poco le importa para la vida diaria, pero...

Tres amigos, Werner, Kurt y Carl, se encuentran en un bar como una noche de fin de semana cualquiera. Kurt se ha fijado en la camarera y afirma que va a ir a pedirla una canción para hablar con ella. Werner como es habitual, incita a Kurt a que vaya antes de que se arrepienta, mientas tanto Carl observa con curiosidad que es lo que va a pasar a continuación.

Kurt: Voy a ir y le voy a pedir una canción

Werner: ¿Por qué no le pides una de mi parte?

Kurt: No, no. Que van a ser muchas canciones y se va a pensar que soy un pesado.

Werner: Lo que pasa es que no hay huevos a ir a hablar con ella.

Kurt: ¡Como que no! Para que veas le voy a pedir la canción y luego la voy a preguntar si tiene novio.

Werner: ¿Tu no conoces el principio de incertidumbre de Heisenberg?

Tras la última frase Carl y Kurt se cruzan las miradas mientras Kurt se aleja unos pasos llevándose las manos en la cabeza y riéndose. Werner continua con su explicación:

Werner: Sí, el principio de incertidumbre de Heisenberg. Verás: para ti ahora mismo esa chica puede tener novio o no tenerlo. Pero cuando te acerques y la preguntes, el hecho de haberla preguntado va a alterar su respuesta. Así que te responda lo que te responda no puedes estar seguro de ello porque has influido en su respuesta.

Tras unos segundos de sorpresa y reflexión, Kurt afirma con la cabeza dándose cuenta de las sabias palabras de Werner. En ese momento Carl entra en la conversación para dar la puntilla:

Carl: Yo no se que es más triste: si lo que ha dicho él o que nosotros lo hayamos entendido.

Fin...

Moraleja: ...si no es por no preguntar, pero preguntar para nada, es tontería

A veces veo el futuro

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Fue hace ya mucho tiempo en la playa, estábamos en una terraza tomando algo con nuestro amigos y con algún otro desconocido. Aunque apenas nos separaban unos centímetros del resto, sólo eramos capaces de prestarnos atención en uno al otro. Ajenos en nuestra conversación fue cuando ella me dijo que tenía ciertos poderes místicos y que sabía leer la mano. Yo no pude contener mi curiosidad ni mi recelo a pensar que todo aquello eran bobadas y, cómo no, la tente a que me leyera la mano. En apenas 5 minutos y habiendo mirado un poco tres miseras arrugas de mi mano me describió como si me conociera de toda la vida cuando no habían pasado ni dos semanas desde que nos conocimos. No había acabado de leer la mano cuando vio algo que la hizo parar. Al principio no quiso decirme que era, pero al final confeso. Me dijo que algo malo me pasaría entre entre los 25 y los 30 años, que iba a tener una enfermedad y me iba a morir. Esas últimas palabras se la escaparon pero ya no había marcha atrás, lo había dicho. Mi mente estaba ya entonces demasiado confundida para saber si eso era verdad, yo no creía en esas cosas, pero sin saber por qué ella había acertado en todo. Lo único que pude hacer fue pedirla que me explicará como leer las manos. Con un par de conceptos sobre esas tres arrugas de la mano izquierda ya podía aventurarme a leer manos y tenía delante a la persona adecuada. Cogí su mano, observe aquellas arrugas, la mire a los ojos y entonces deje mi mente en blanco y empecé a decir lo primero que se me venia a la cabeza. Al final de la noche no fui yo el que se fue más sorprendido e intrigado de aquella terraza.

Ha pasado el tiempo y aunque todo aquello lo recordaba como una mera anécdota nunca llegue a olvidarlo. Hoy me visto en mi propio funeral, casi no lo cuento. Siempre he sido un chico sano y deportista, y estas cosas no les pasan a la gente como yo. Pero por muy raro que fuera, se que me lo habían advertido. Nada más decirme que iba a morir ella se arrepintió y rectificó diciendo que pasaría una mala racha, que algo muy malo me pasaría pero que saldría adelante, aunque la vida no fuera igual para mí. De todo lo que me dijo aquella noche eso fue lo menos creíble, pero ahora sé que fue lo más acertado.

A largo plazo siempre nos pasan cosas buenas y malas, que me lo digas ahora no es adivinar el futuro.


Agosto del 2001 Octubre del 2007

Jiro

viernes, 10 de agosto de 2007

Era de noche, una noche muy distinta a todas las demás. La luna llena brillaba en todo su esplendor pero las densas nubes impedían que ningún mortal pudiera contemplarla. Gracias ello pude salvar mi vida. Nuestro ataque a media noche pretendía acabar con todos, pero nos estaban esperando. La batalla fue una masacre y solo algunos logramos escapar con las pocas fuerzas que nos quedaban.

Mientras caminaba por el bosque las horas pasaban como si fueran días, apenas podía mantener la llama con la que iluminaba el camino. El silencio y la oscuridad se apoderaban de mi a cada paso que daba. Parecía que los animales tenían miedo y habían decidido esconderse hasta que llegará el día.

De repente una brisa de viento permitió a la luna aparecer entre aquellas densas nubes. Cuando quise darme cuenta ya era tarde, allí estaba él. Apareció de entre las sombras, era como si se hubiera sincronizado con la Luna. Enseguida supe de quién se trataba. Nunca antes le había visto, ni conocía a nadie que lo hubiera hecho, ni siquiera me creía que existiera. Era como si fuese una historia que había sido inventada para aterrorizar a los más cobardes y asustar a los niños. Desgraciadamente para mi era real. Su túnica azul y oscura como la noche, su cabeza afeitada, su pose en guardia esperando la lucha y, sobre todo, su katana manchada con ríos de sangre le hacían único e inconfundible. Cualquier otro ser humano al verme en el bosque hubiera pedido clemencia por su vida, pero en este caso era yo quién tenía que hacerlo.

Existían miles de leyendas que hablaban de él. Las más antiguas decían que era un hombre tranquilo, amable, pacífico con un trabajo honrado, era un hombre como cualquier otro y que como mortal siempre se había preguntado sobre el significado de la vida. Un día decidió retirase al Tibet y convertirse en monje. Pensaba que allí encontraría la respuesta. Fue en el templo de la montaña más alta, donde solo los más fuertes y valientes habían podido llegar, el lugar que escogió para su retiro. Sus hermanos le enseñaron a dominar su mente, su cuerpo y el arte de la espada. Tal fue su dominio de la espada que fueron muchos maestros los que fueron a buscarle al templo para enfrentarse a él. La leyenda del gran maestro de la espada había comenzado. Al principio solo aparecían en el templo para aprender del maestro, pero poco a poco aparecieron los más osados que quería demostrar que eran mejores, y lo único que consiguieron fue la muerte y extender su leyenda. Entonces, tal y como había llegado al templo se fue y desapareció. Algunos piensan que fue expulsado por sus hermanos cansados de tanta muerte sin sentido, otros creen que simplemente se canso de luchar contra rivales tan débiles. Con el tiempo, se convirtió en una historia de charlatanes que viajan de pueblo en pueblo y su verdadera existencia se puso en duda.

Cuando aparecimos nosotros, los humanos nos temían y, durante un tiempo, nos creímos capaces de dominar el mundo. Eramos infalibles en cuando atacábamos, ningún pueblo sobrevivía y nunca habían logrado herir a uno de los nuestros. Hasta que un día en el poblado como otro cualquiera en medio de la montaña, un sólo hombre logró aniquilar a 13 de los nuestros con su espada. Ese fue el comienzo en el que los hombres dejarían de temernos. La historia se repitió una y otra vez, y siempre era un único hombre el que lograba acabar con los nuestros. No sabíamos quien era ese hombre ni si existía de verdad, pero cada vez más de los nuestros morían y más historias aparecían del gran maestro de la espada. Todas contaban lo mismo, el gran maestro de la espada cansado de luchar contra humanos había vuelto de su escondite para luchar contra rivales más dignos y aniquilarnos a todos nosotros. Para muchos el asesino del templo del Tibet se había convertido en un héroe, para otros solo había encontrado otros seres que matar.

Seguramente fue él quien advirtió de nuestro ataque y ahora nos estaba buscando por el bosque para acabar, uno por uno, con todos los que habíamos logrado huir. Pero no podía estar más equivocada. Apenas me miro durante un segundo, envainó su espada, se giro y continuó su camino. No entendía nada, pero no podía quedarme sin saber cuál era su nombre. Se lo pregunte antes de que pudiera perderle de vista, él se giro, me miró y con una tenue voz de alguien que se encontraba perdido me dijo: "mi nombre es Jiro". En ese momento, su voz y sus breves palabras me hicieron comprender que no era él el quién había escogido matar. Para Jiro no existía el bien o el mal, solo vagaba por el mundo intentando buscar respuestas que nunca encontraría, luchando por sobrevivir y defendiendo aquello que le parecía injusto. Para algunos era un héroe, para otros un asesino. Cuando quise volver a hablar con él, ya había desaparecido.

Jiro nunca se dará cuenta que el significado de su vida es equilibrar la balanza entre el bien y el mal. Siempre seguirá vagando y buscando aquello que tanto ansia. Tal vez algún día nuestros destinos vuelvan a cruzarse, y entonces pueda darle una respuesta. Después, me veré obligada a matarle.


Bueno, y esta historia a que viene, pues no podía evitar crear un superhéroe sin ponerle una historia. Así de paso me introduzco en el mundo de los relatos, del que puede que salga pronto. Lo mío no es escribir, prefiero los números, así que no seas muy duros conmigo.

Tenéis la aplicación para hacer vuestro propio superheroe en UnderGround Online.

Visto en HacheMuda